Que el esfuerzo, la constancia y
el trabajo honesto tienen recompensa, es algo que siempre dicen los más
veteranos pero que no todos pueden comprobar en sus propias carnes. Es tan
difícil unir una serie de valores que se deberían presumir a todo ser humano,
que se convierte casi en excepcional lo que debiera constituir la regla
general.
En
el deporte hay ejemplos suficientes de que la honestidad en el esfuerzo con uno
mismo y con los demás supera al mejor de los talentos. Fernando Soriano,
aragonés por los cuatro costados, cada día que pasa entrega a la UD Almería y
al fútbol algo más. Su trayectoria en el club almeriense es ejemplo de
evolución constante, de adaptación y de superación. De ser solamente uno más,
de escuchar críticas únicamente fundadas en sus lentos movimientos, su carácter
y su inteligencia le han llevado a ocultar sus peores defectos y convertirse en
elemento vertebrador del esqueleto rojiblanco.
Cada
partido en el que Soriano juega y sobre todo en el que no juega, su influencia
positiva se hace más evidente. Su evolución en el fútbol, más cerebral y
táctico que antes, su posición más avanzada en el campo, su experiencia y
liderazgo, además de su capacidad de sacrificio y honestidad contrastada, hacen
de Fernando el punto de equilibrio de la UD Almería.
Yo
soy de los que quieren ver, una vez sí y la siguiente también, a Charles y a Ulloa
juntos. Me parece una forma tan soberbia de coaccionar al rival, de meterle
miedo insuperable en el cuerpo, que uno disfruta sólo con imaginárselo cada
jornada. Claro que si la condición para que los dos matadores coincidan en el
ruedo es la ausencia de Soriano y con ella la pérdida evidente de equilibrio,
en ataque y en defensa, mejor me conformo con asustar sólo un poquito, no
mucho, para obtener mejor rendimiento y hacer de la UD Almería un equipo más
fiable.
(Publicado en Diario IDEAL de Almería, el día 18 de septiembre de 2012)
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