jueves, 5 de septiembre de 2013

DALES CAÑA, ALFONSO, por Javier


Alfonso García Gabarrón
            Un hombre que en esto del fútbol ha aprendido a base de palos, ve venir el siguiente. Alfonso García está con la mosca detrás de la oreja porque considera que estos chicos de la Liga y de la Federación se toman su proyecto a coña. Dijo hace unos días que en la temporada del descenso a Segunda a su equipo le birlaron quince puntos y que lo pudo demostrar con un video. Ese video existió, los chicos que mandan en el fútbol se echaron unas risas viéndolo y sólo sirvió para inflarnos, a los seguidores rojiblancos, la vena esa que va asociada al  cabreo incontrolado. Dice don Alfonso que no está dispuesto a consentir que suceda otra vez. Me temo, sin embargo, que consienta o no, el destino de su obra no está en sus manos.
            No le falta razón al presidente para estar enojado. Su equipo encandila con un juego que nadie ve, por aquello de los horarios estúpidos de una liga venida a menos, y el azar, algún desacierto propio y un par de errores arbitrales, lo han mandado al territorio de los olvidados, de donde nunca debió salir, dirán aquellos chicos.
            Pero no debe enfadarse don Alfonso, más que nada por su propia salud. Dar caña, sí. Porque a los suyos les gusta ver a su presidente dando batalla por algo que creen justo, él mismo se desahoga y encima puede llamar más la atención mediática que el precioso juego de los de Francisco. Servir para algo más, no servirá. Pero si a su Almería lo van a mandar para abajo a base de collejas, no está mal que alguna se escape también para los de arriba.
Partido que dio lugar a la reacción de Alfonso García
            De todas formas, creo yo, los aficionados todavía no están en el grado de indignación del presidente. Aún frotándose los ojos por un juego tan vistoso como inesperado, parecen compensar los errores arbitrales de tres jornadas de liga con los cometidos por los jugadores propios. Pero como Alfonso aprende encajando golpes y de estos lleva ya unos cuantos, ha sacado pronto el ventilador y lo ha puesto a tope desde el primer día, sin esperar a que la vena del cuello o de la frente le estalle. En una competición que premia al golfo, amaga con castigos ejemplares que quedan sólo en el descenso del pobre Guadalajara y donde la vida sigue igual, nada tiene visos de cambiar, para desgracia almeriense. Por eso, como le decían los más exaltados al que fue vicepresidente con Felipe González, ¡dales caña, Alfonso!


(Publicado en diario IDEAL, el día 4 de septiembre de 2013)