La Liga de
Fútbol Profesional y el Consejo Superior de Deportes siguen en el empeño de que
la transparencia vuelva a una competición que, me temo, nunca antes conoció. Porque
si algo ha caracterizado a nuestro fútbol, al menos desde que un servidor tiene
uso de razón, es la desigualdad, la injusticia y la trampa. Por ello, los altos
organismos estatales y futbolísticos llevan varios años en busca de la fórmula
desinfectante definitiva, al menos eso aseguran.
Guadalajara-Almería. Estadio Pedro Escartín |
Pero
cada paso adelante viene precedido por varios hacia atrás. Y cada decisión en
pro de la justicia se convierte, por simple agravio, en justiciera. Resulta que
nuestro fútbol está podrido, según los organismos encargados de sanear y dar
vigor a la competición en nombre de la deportividad y del prostituido fair
play, pero a una semana de comenzar un campeonato que se auguró limpio, se ha
amagado mucho sin terminar de actuar, se ha amenazado con el mismo vigor con el
que se ha encogido el brazo a la hora de ejecutar y todo ha quedado, más o
menos, como estaba. Sólo el débil Guadalajara, ahora en Segunda B, se ha
llevado el bofetón limpia conciencias y su destierro será el argumento de
aquellos que carecen de valor y tal vez de criterio para hacer valer sus
propias palabras, vacías, por cierto. La espera del Alcorcón, sin ir más lejos,
con el tinglado que conlleva esa incertidumbre que afecta a otros clubes, a
falta de unos pocos días para abrir el chiringuito liguero, es otro motivo más
para desconfiar de aquellos que exigen fe ciega en la pureza de su obra.
Y
en la UD Almería, en su convicción de que siendo honestos y honrados tendrán
ganado el favor de quien decide el destino, deberían tal vez proteger menos sus
cuentas como sus cogotes donde les darán, cuando sea su turno y sin compasión
alguna, la colleja ejemplificadora de nada. Como si lo viera venir.
(Publicado en diario IDEAL el día 14 de agosto de 2013)
(Publicado en diario IDEAL el día 14 de agosto de 2013)