El club cierra filas en torno a
Corona como reacción a la crítica silbada de un sector de la grada que no
termina de ver con buenos ojos las últimas actuaciones del futbolista.
Curiosamente, ese grupo de aficionados díscolos es parte del activo del club,
gente que la propia UD Almería trata de cuidar, tanto como a sus jugadores,
porque son de los pocos que acuden a ver, a animar y llegado el caso, también a
protestar según su propio entender.
El
dilema es que todo queda en casa y tanto críticos, criticados y defensores de
unos y otros, forman parte de un todo que necesariamente busca equilibrio para
mantenerse en pie.
El
fútbol, más bien todo lo que rodea al juego en sí, es una pura contradicción.
Siempre se dijo que es proceder de público sabio no mostrar enfado sino apoyo
incondicional en los malos momentos y esperar a que escampe para manifestar
desagrado. Es ahora, cuando las cosas van bien y no hay peligro de caída libre,
cuando algunos hacen notar su malestar, tal y como marca el libro no escrito de
las buenas maneras futboleras. Y es gente que, además, no va a faltar si el
destino se torna gris porque ya han estado antes en situaciones críticas. Aún
así, se les reprocha su expresión.
El
caso es que no me parece mal momento para mostrar, quien quiera, su
disconformidad con algo que no sea de su agrado, precisamente ahora que no hay margen
para desestabilizar. Que otros, con la misma razón, prefieran disfrutar
obviando lo que no les gusta, no implica que el resto actúe mal. Si hay
lamentos, es por algo. Si hay alegría, también. Si ambas coinciden, pues
también. Digo yo.
foto Ideal |
Creo
que Miguel Ángel Corona agradece el apoyo de los que ahora le defienden pero
estoy seguro de que no le preocupa la crítica recibida. Él es inteligente, muy
por encima de la media de los futbolistas del mundo entero, sabe que está
expuesto al jurado popular y que este se manifiesta a lo bestia, a grito
limpio, haciendo exagerada la queja y aumentando hasta la deformación grotesca
el lamento. En un evento de masas no hay matices a la hora de expresarse. O
aplausos de aprobación o silbidos de disconformidad. Sin más. Pero ni una
encumbra ni otra lapida al receptor que, no sería la primera vez, coincide en
el mismo partido y en la misma persona.
No
es un drama que no haya unanimidad, precisamente ahora que es tiempo de
corregir. En zona de descenso sí que no hay margen para disentir. Y Corona,
estoy seguro, así lo entiende. Porque los que silban, apuesto que la mayoría de
ellos, admiran a este futbolista que es diferente, dibuja el fútbol como nadie
y transmite sensibilidad, saber estar y cariño sólo con mirar. Los silbadores
lo saben pero, supongo, no tienen otra manera de decirle a él que quieren verle
siempre bien y al club que hace falta otro creador más, como Corona.
Y
abro otra línea más de juego que no de fuego. Ni estoy con los complacientes ni
con los disidentes. Disfruto cada minuto que veo a la UD Almería en zona de
ascenso directo pero eso no me impide creer que hay potencial para ofrecer un
espectáculo más divertido. Creo en este proyecto y en sus jugadores, confío en
él y por eso, en momentos de vacas gordas, al tiempo que les muestro mi respeto
y admiración por los objetivos logrados, les pido más porque pueden dar más. Aunque
parezca mentira.
(Artículo publicado en la sección de deportes del diario IDEAL, el día 30/10/2012)