miércoles, 17 de octubre de 2012

LA RUEDA DE VETTEL, por Javier

(Artículo futbolero pese al título automovilístico)

Está el patio rojiblanco perfecto para retratarnos. El juego y los resultados, las sensaciones y las certezas a las que nos ha llevado la UD Almería, ha creado una paradoja que ni Einstein ni Hawking ni ambos a la vez serían capaces de resolver. Resulta que los de Javi Gracia, en la novena jornada, han realizado uno de los mejores inicios de competición que se recuerdan. Son segundos, en zona de ascenso directo y sólo un líder de altos vuelos los mejora. Pero no juegan bien y hasta tal punto no lo hacen que se convierte en algo objetivo.
             Dicen que palos con gusto no duelen. Bueno, pues esto es lo contrario y tampoco es que duela pero sí despista un poco. Es un cruce de estados de ánimo curioso. Con el Almería arriba del todo, cumpliendo de sobra el objetivo, andamos mirándonos de reojo. Y ahí llegan los debates fratricidas. El resultado final es, en muchas ocasiones, capaz de cambiar la percepción sensorial del estímulo. El domingo ante el Córdoba, por ejemplo, el desarrollo del juego y las oportunidades fueron, objetivamente, para un resultado de 0-3. Pero la fortuna en momentos clave cambiaron el orden de las cosas y el 3-0 final mintió sobre lo sucedido realmente. Una visión objetiva exige apreciar que más que un canto a la pegada de sus delanteros, el Almería vivió una confluencia planetaria, como la de Zapatero y Obama que decía aquella lumbrera, que le permitió golear cuando debió ser vapuleado. 
            El día después, una visión como la que aquí expongo, convierte a uno a ojos de otros en un traidor y un desertor de la causa. Menuda causa, por cierto. Y es que, como decía Lillo y Oltra y tantos y tantos entrenadores que se han sentado en el banquillo mediterráneo, los análisis siempre parecen hacerse mirando el marcador final.
       Me decía ayer un amigo, que de fútbol sabe poco pero del resto un montón, que si somos complacientes por el resultado, renunciaremos a resolver errores. Pues eso mismo.
            No me vale, porque no lo pretendo, el debate de que mejor así que jugar bien y no ganar. Pues claro, hombre, dónde va usted a parar. Pero es que algo en el motor falla, da error, y tarde o temprano puede estallar si no se repara a tiempo. Lástima que no le pasara lo mismo a la rueda de Vettel el otro día, que aguantó hecha trizas hasta cruzar primero la línea de meta.

 (Artículo publicado en diario IDEAL el día 16 de octubre de 2012)

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