En muchas ocasiones,
demasiadas tal vez, las categorías inferiores de un club no cumplen más función
que la de satisfacer el ego de alguien de más arriba. En Almería, de hecho, la
figura del filial y equipos menores han cubierto casi más una función de
escuela de fútbol para jóvenes con ganas de jugar que invernadero de futuros
futbolistas. En clubes profesionales donde todo se mide en virtud o viciado por
el euro, la cantera no resultaba rentable porque no justificaban números de
color verde por ningún sitio. Más aún, los dígitos rojos siempre iban unidos a
ellos, por muy suaves que estos fueran.
El propio Jesús Gil, hace
muchos años, se empeñó en reducir y hasta eliminar las categorías inferiores de
su club, el At. de Madrid. No era necesario invertir en niños que no aseguraban
nada cuando la pasta que exigían los impúberes podía traer a alguien con los roces
ya hechos. El tiempo le quitó la razón al presidente colchonero.
Estadio de los Juegos Mediterráneos. Cantera UD Almería |
En Almería, en los primeros
años de Alfonso García, pasaba algo parecido. No se si por alguna revelación
divina, un sueño con significado o por consejo familiar, el bueno de Alfonso
miró hacía abajo cuando más arriba estaba y tomó una de las decisiones más
acertadas desde que se adueñó de la UD Almería. Con dudas y problemas
constantes propios de quien se embarca en una aventura incierta, el presidente
quiso ser productor y no sólo comprador de materia prima. Con luces y sombras
el proyecto nació hace algunos años y es ahora cuando la cosecha empieza a
recogerse con beneficios evidentes. El pasado domingo, sin ir más lejos, en la
defensa titular aparecían los nombres de Trujillo y de Raúl García. Además,
Jonathan, Diego García y Abel Molinero esperaban en el banquillo. Todos
ellos, ninguno almeriense, proceden del filial justificando su existencia.
Más abajo aún brilla la
ilusión de niños, ellos ya sí almerienses, que han llegado a vestir incluso el
uniforme nacional. Son futuro inmediato. Pero hay más, casi en el sótano, donde
muchos chavales satisfacen su deseo de jugar al fútbol con una camiseta roja y
blanca y con una carga extra de motivación al mirar hacia arriba y ver la luz
del primer equipo esperándoles. Y ese orden de las cosas es bueno,
indiscutiblemente bueno, tanto para los niños como para el éxito del aspirante
al ascenso a Primera División.
(Publicado por diario IDEAL, sección deportes, el día 13 de noviembre de 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario