miércoles, 11 de junio de 2014

UNO DE LOS NUESTROS, por Javier


Es el tema recurrente de la semana y supongo que seremos muchos los que hemos caído en la tentación de escribir y hablar sobre el ya ex número uno de la UD Almería. Pero yo no me puedo resistir a hacerlo una vez más. Y es que el asturiano ha dejado, a su paso por esta tierra nuestra, una impronta más allá del deporte. En él se han juntado detalles que lo convierten en un tipo diferente y referente. Anécdotas que demuestran que en el mundo del fútbol caben los tipos normales, incluso ejemplares.
Reconocido a nivel nacional
Llegó Esteban a la UD Almería cuando más brillaba la estrella de Diego Alves y esperó su oportunidad, ya veterano, sin hacer ruido y ayudando a crear buen ambiente en los mejores momentos y también en los menos afortunados. Fue tras la marcha del brasileño cuando se agarró a la portería mediterránea que ya no soltó hasta que él mismo así lo decidió, pese a contar en ocasiones con competencia de altísimo nivel. Con premios que le reconocían como el mejor en su profesión, Esteban siguió siendo un tipo normal, un padre de familia como tantos de los que miramos desde la grada, pero metido en medio de las estrellas de la Liga, como si nada.
Esteban deja imágenes imborrables. Algunas, en forma de paradas magníficas, en momentos de alta tensión, a los ojos de todos y consiguiendo el aplauso más allá de la afición de Almería, en teles y radios nacionales. Otras, menos expuestas al gran público, dignas de un gran ser humano. Entre ellas, una que a mí siempre me impresionó, por su naturalidad y por su consciencia de lo que realmente es importante en la vida y le acerca a la felicidad. Verle salir del estadio, cada jornada, por la misma pasarela que las grandes vedettes de la competición, altivas y huidizas, escondidas en sus llamativos auriculares e incapaces de sonreír a nadie, acompañado de sus dos hijos aún pequeños, revoloteando estos a su alrededor y él con una sonrisa de oreja a oreja que regalaba además a todo aquel con el que cruzaba una mirada, satisfecho y sobre todo feliz, ausente del mundo artificial y superficial que le rodeaba, es una de esas escenas que impacta, por la sencillez, espontaneidad y ternura.
La despedida de Esteban duró varios días
Además, el bueno de Esteban siempre ha regalado elogios a esta tierra almeriense, a su luz y a la forma en que la gente de aquí ha decidido vivir. Y lo ha hecho de forma sincera, sin caer en el falso halago, fácil de detectar.
El domingo, después de consumar la salvación, todo el consejo de administración, con el presidente a la cabeza y los medios de comunicación al completo como testigos, se postraron ante
Esteban, vestido aún de portero, con alguna mancha de césped en su pantalón blanco y acompañado de sus dos hijos, como siempre, a los que sigue regalando una infancia inolvidable. Se llevó una placa del club, algún aplauso y unánimes elogios de aquellos a los que este buen tipo siempre hizo que su trabajo fuera más sencillo.  

Esteban, asturiano hasta la médula, avilesino por los cuatro costados es, para siempre, uno de los nuestros.

(Publicado en Ideal de Almería, 21 de mayo de 2014)

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