Es el tema recurrente de la
semana y supongo que seremos muchos los que hemos caído en la tentación de
escribir y hablar sobre el ya ex número uno de la UD Almería. Pero yo no me
puedo resistir a hacerlo una vez más. Y es que el asturiano ha dejado, a su
paso por esta tierra nuestra, una impronta más allá del deporte. En él se han
juntado detalles que lo convierten en un tipo diferente y referente. Anécdotas que
demuestran que en el mundo del fútbol caben los tipos normales, incluso
ejemplares.
Reconocido a nivel nacional |
Llegó Esteban a la UD Almería cuando
más brillaba la estrella de Diego Alves y esperó su oportunidad, ya veterano,
sin hacer ruido y ayudando a crear buen ambiente en los mejores momentos y
también en los menos afortunados. Fue tras la marcha del brasileño cuando se
agarró a la portería mediterránea que ya no soltó hasta que él mismo así lo
decidió, pese a contar en ocasiones con competencia de altísimo nivel. Con premios
que le reconocían como el mejor en su profesión, Esteban siguió siendo un tipo
normal, un padre de familia como tantos de los que miramos desde la grada, pero
metido en medio de las estrellas de la Liga, como si nada.
Esteban deja imágenes imborrables.
Algunas, en forma de paradas magníficas, en momentos de alta tensión, a los
ojos de todos y consiguiendo el aplauso más allá de la afición de Almería, en
teles y radios nacionales. Otras, menos expuestas al gran público, dignas de un
gran ser humano. Entre ellas, una que a mí siempre me impresionó, por su
naturalidad y por su consciencia de lo que realmente es importante en la vida y
le acerca a la felicidad. Verle salir del estadio, cada jornada, por la misma
pasarela que las grandes vedettes de la competición, altivas y huidizas,
escondidas en sus llamativos auriculares e incapaces de sonreír a nadie, acompañado
de sus dos hijos aún pequeños, revoloteando estos a su alrededor y él con una
sonrisa de oreja a oreja que regalaba además a todo aquel con el que cruzaba
una mirada, satisfecho y sobre todo feliz, ausente del mundo artificial y
superficial que le rodeaba, es una de esas escenas que impacta, por la sencillez,
espontaneidad y ternura.
La despedida de Esteban duró varios días |
Además, el bueno de Esteban siempre ha
regalado elogios a esta tierra almeriense, a su luz y a la forma en que la
gente de aquí ha decidido vivir. Y lo ha hecho de forma sincera, sin caer en el
falso halago, fácil de detectar.
El domingo, después de consumar
la salvación, todo el consejo de administración, con el presidente a la cabeza
y los medios de comunicación al completo como testigos, se postraron ante
Esteban, vestido aún de portero, con alguna mancha de césped en su pantalón
blanco y acompañado de sus dos hijos, como siempre, a los que sigue regalando una infancia
inolvidable. Se llevó una placa del club, algún aplauso y unánimes elogios de
aquellos a los que este buen tipo siempre hizo que su trabajo fuera más sencillo.
Esteban, asturiano hasta la
médula, avilesino por los cuatro costados es, para siempre, uno de los
nuestros.
(Publicado en Ideal de Almería, 21 de mayo de 2014)
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