miércoles, 9 de enero de 2013

CUANDO EL RÍO SUENA, por Javier



La UD Almería tiene el ascenso a tiro, más cerca incluso que sus rivales más próximos, siempre que sea capaz de superar sus dudas de la primera fase de la liga y encontrar, por fin, un patrón de juego definido, una propuesta continuada, una personalidad consolidada.

                Porque las cosas, digan lo que digan la clasificación y aquellos que no miran más allá del resultado, no han ido del todo bien desde verano hasta Navidad y sin embargo la segunda posición está ahí mismo. Alcorcón y Girona, rivales directísimos, viven en estado de euforia mientras que en Almería las caras de circunstancias no terminan de irse. La más sencilla de las ecuaciones diría que si los rojiblancos superan sus deficiencias internas, sin duda que externamente, en juego y clasificación, apreciarían mejoras. Vale, no es una ecuación matemática pero intuyo que el resultado sería el esperado.

                Lo cierto es que la UD Almería no ha conseguido unificar estados de ánimo entre sus aficionados en los que se han podido contar más cabezas bajas que mentones al cielo. Los rojiblancos ganaban por su potencial y por el respeto que imponen a sus rivales pero, salvo en un par de ocasiones, parecían caminar en la cuerda floja y si bien andaban sobre ella con paso firme, algo hacía presagiar que podían caer al vacío. Tres malos resultados antes de Navidad y algún aviso de deserción, uno ya consumado, han puesto sobre la mesa que no todos remaban en la misma dirección.

                Es más, tras la derrota ante el Alcorcón para despedir 2012, todos esperábamos la reacción de Alfonso García. En la sala de prensa del Mediterráneo algunos fuimos testigos de cómo el presidente no culpaba a su técnico, al que incluso animó, sin que por ello pudiera disimular su desolación. García era y es consciente de que existían varios problemas que había que atajar y se encontraban en lo más hondo del equipo. El resto, lo sucedido y lo que está por venir, deja bien claro que los resultados escondían un virus latente que de no atajarlo a tiempo acabaría con la buena salud del colectivo. Y en ello ha estado y sigue estando don Alfonso, bisturí en mano, tratando de cerrar heridas, evitar secuelas y penosas recaídas. 

(Publicado en Ideal Almería, 9 de enero 2013)

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